Incluso en mi horas ms bajas, siento las palabras burbujeando dentro de m, no como algo valioso sino como algo necesario, tengo que volcarlas sobre el papel o se apodera de m algo peor que la muerte. cuando empiezo a dudar de mi capacidad para trabajar con palabras, sencillamente leo a otro escritor, y entonces s que no tengo de que preocuparme; compito solamente contra mi mismo