Cuando la noche termino, cuando sus ojos se cerraron, dejo su mano de pulsar las viejas teclas del piano. Se excito al sonar, entristeció al pensar en unas teclas de goma que no pueden sonar. Día tras día en un rincón entre miles de partituras, noche tras noche la sensación de estar cerca de la locura. Se excito al sonar, entristeció al pensar en unas teclas de goma que no pueden sonar. Viejos acordes se le vuelven a escapar cuando sus manos dejan de vibrar. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir. Una mañana en una canción se puso a hablar con su piano, y este le dijo sin ilusión que el tiempo le había gastado. Se excito al sonar, entristeció al pensar en unas teclas de goma que no pueden sonar. Viejos acordes se le vuelven a escapar cuando sus manos dejan de vibrar. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, Se excito al sonar, entristeció al pensar en unas teclas de goma que no pueden sonar. Viejos acordes se le vuelven a escapar cuando sus manos dejan de vibrar. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir. Llego la hora de empezar, llego la hora de luchar, llego la hora de cerrar y partir.