Cuando sientas que tocaste el fondo del pozo más hondo que nadie pueda cavar, estarás listo para llegar al cielo, desde el infierno tenés que arrancar. Y cuando veas que llegaste a la cima del árbol más alto que nadie pueda llegar, sentirás el mundo desde arriba y el inevitable exilio en la soledad. No dejes de reír, de llorar, nunca dejes de cantar. Hay canciones que son como sogas, te suben a la lona para volver a empezar. Y que han pintado almas descascaradas que estaban herrumbradas de tanto llorar. Melodías que tienen memoria, remotas historias que renacerán, anarquistas sin bombas ni balas no tienen más armas que su libertad. No dejes de reír, de llorar, nunca dejes de cantar.