La esfera terrestre del amor que rezagóse abajo, da vuelta y vuelta sin parar segundo, y nosotros estamos condenados a sufrir como un centro su girar. Pacífico inmóvil, vidrio, preñado de todos los posibles. Andes frío, inhumanable, puro. Acaso. Acaso. Gira la esfera en el pedernal del tiempo, y se afila, y se afila hasta querer perderse; gira forjando, ante los desertados flancos, aquel punto tan espantablemente conocido, porque él ha gestado, vuelta y vuelta, el corralito consabido. Centrífuga que sí, que sí, que Sí, que sí, que sí, que sí, que sí: NO! Y me retiro hasta azular, y retrayéndome endurezco, hasta apretarme el alma!