Una sombra en el camino no borró una lluvia que no cosechó por sí sola. Se marchó del campo solo a vivir en la ciudad oyó voces decir que maravilla y tal. Oyó voces cantar ya estoy en la ciudad
ya no importaba el sol, al amanecer ya no quería más al campo volver aunque así sea un extraño más. Pasó el tiempo y su otoño llegó con la piel marcada por el dolor de estar solo