La olla del pobre no tiene fondo:
apenas un fuego de estrellas junto al río.
La olla del pobre no tiene huesos:
apenas un rostro de greda y un gesto de rabia.
La olla del pobre no tiene sustancia:
apenas un hervor de sangre y un color de amenaza.
Por la boca muere el pez
por la olla muere el pobre
La olla del pobre es la raíz del agua
la médula del adobe, el humo del otoño
la soledad de la piedra, la ceniza de la carne.
Por la olla muere el pobre
por el ruiseñor la tarde
Dadme tres palos cruzados para - colgar la olla
un alambre para sujetarme el alma
el temblor de una mano en la madrugada
una voz junto a mí, un espino dorado
una vieja ciudad suspendida en la luz
una lengua para mis lágrimas.
La olla del pobre es una roja campana
un golpe de hierro en el cielo
una sombra caída en la pampa.
La olla del pobre es Pascua recalentada
la cabeza de Dios humeando en su caldo
Una mujer, un hombre un niño vigilando.
Por la olla muere el pobre
y por el vino la noche
¿Cabrá la soledad del mundo en la olla del pobre?
¿Las estrellas de tanta noche sin esperanza?
¿Los días que vendrán? ¿La muerte?
¿Cabrá la voz del hombre, su mano cortada?
¿Su ademán confuso, su brusca retirada?
¿Cabrá el temor? ¿Y el olvido? ¿La venganza?
Cabrá, pienso yo, todo eso y mucho más,
porque la olla del pobre no tiene fondo:
tiene el humo lento de los bosques en la tarde
tiene el paso del hombre y su fiera energía.
Es la flor que se escapa de la noche hacia la vida
es luto de violentas familias y luz de la tierra
al mediodía.
Por la olla murió el pobre
por su muerte nació el hombre.