Este domingo distinto
voy a ponerme a pensar
en aquel viejo Domingo
que te quisiera contar.
El tiempo de andar despacio,
de la mano de papá,
soñando vestir de largo
la niñez que nunca más.
Solo,
por este parque de cuento,
el sol, el árbol, el viento,
y el hombre del volantín.
Todos,
por ti estamos esperando
para intentar el milagro
de otro Domingo feliz.
¿Cuánto tiempo hace que no visitáis un Parque de niños?
¿Cuánto tiempo hace del último helado de fresa, con vainilla?
¿Cuánto tiempo que no trepáis, árbol arriba,
que no perdéis un botón, que no rompéis un pantalón,
que no os escondéis tras esa nube, rosa, de algodón,
con sabor a naranja, a guinda, o a limón?
¿Cuánto tiempo hace que no encumbráis una ilusión,
que no olvidáis los libros, la maestra y el bolsón,
que no corréis tras una mariposa
y no sentís que se te escapa, con ella, el corazón?
Hoy vamos a cantar a la esperanza,
vamos a hacer girar un trompo de colores,
vamos a regalar todas las flores
y vamos a hacer blanco a la distancia.
Allí donde se funde el horizonte
con el azul del cielo, generoso,
dejaremos atrás los años mozos
de regreso a la niñez, en no sé dónde.
Y vamos a herirnos, de nuevo, en la rodilla,
y vamos a ser los héroes del cine,
yo seré tu galán, serás la niña,
y, en el beso final, tu boca simple.
Este domingo distinto
voy a ponerme a pensar
en aquel viejo Domingo
que te quisiera contar.
El tiempo de andar despacio,
de la mano de papá,
soñando vestir de largo
la niñez que nunca más.
Yo no quise crecer, ni envejecer,
no quise ser distinto a cuando niño,
sin embargo la vida, en su quehacer,
ha clavado mi cruz en este sitio.
Amigos, yo les ruego me perdonen
por este loco sueño realizado,
a veces duele recordar tiempos mejores,
de modo que este cuento, aquí, se ha terminado.