Anteayer me brindabas tu calor, divino primor,
ayer me repetías que me amabas con pasión.
Y hoy, desecha la esperanza,
tus ojos me lo dicen y tengo que callar.
Y pensar en la mirada que observaba en tu corazón,
fallaste, compañero, y hoy tenemos que llorar.
No te culpo, culpable fue el destino
me hizo quererla tanto y hoy se la llevó.
/No, no te vayas corazón,
sin decirme el por qué
me quieres dejar.
Ven, te suplico mi bien
que sin tí moriré,
en esta soledad/ bis.