Una vez escribí una carta pensando en enviársela a alguien, hay cosas que uno no puede guardarse para sí y que necesita decir, pero no lo hice. Es una carta vieja donde yo cuento de un amor y que dice, entre un montón de cosas, así. Yo conocí a mi amor hace mil años, antes de haber nacido la soñaba, era como el futuro, todo entero, era como la vida que esperaba. Tenía una razón para ser mía, y una mirada, larga, esperanzada, tenía la verdad, cuando venía, y la fuerza de Dios cuando me amaba. /Y qué mas da, y qué más da. Como la vida, un día el amor también se va/ bis. Me contaban tantas cosas increíbles
de aquella mujercita que lloraba, cundo yo, en mi ceguera, no veía que la hacía sufrir y la engañaba. Me decían que era mala, que reía de mi canción de amor, desesperada, y que apego a nada le tenía y que sólo vivía para nada. /Y qué mas da, y qué más da. Como la vida, un día el amor también se va/ bis. Un día se fue, era libre como un pájaro, se fue muy lejos, volando hacia las nubes, era linda mi amor, como los buenos años, y la debí querer, de verdad, pero no pude. /Y qué mas da, y qué más da. Como la vida, un día el amor también se va/ bis.