Una vez escribí una carta
pensando en enviársela a alguien,
hay cosas que uno no puede guardarse para sí
y que necesita decir, pero no lo hice.
Es una carta vieja donde yo cuento de un amor
y que dice, entre un montón de cosas, así.
Yo conocí a mi amor hace mil años,
antes de haber nacido la soñaba,
era como el futuro, todo entero,
era como la vida que esperaba.
Tenía una razón para ser mía,
y una mirada, larga, esperanzada,
tenía la verdad, cuando venía,
y la fuerza de Dios cuando me amaba.
/Y qué mas da, y qué más da.
Como la vida, un día el amor también se va/ bis.
Me contaban tantas cosas increíbles
de aquella mujercita que lloraba,
cundo yo, en mi ceguera, no veía
que la hacía sufrir y la engañaba.
Me decían que era mala,
que reía de mi canción de amor, desesperada,
y que apego a nada le tenía
y que sólo vivía para nada.
/Y qué mas da, y qué más da.
Como la vida, un día el amor también se va/ bis.
Un día se fue, era libre como un pájaro,
se fue muy lejos, volando hacia las nubes,
era linda mi amor, como los buenos años,
y la debí querer, de verdad, pero no pude.
/Y qué mas da, y qué más da.
Como la vida, un día el amor también se va/ bis.