Qué de cosas insólitas nos depara el destino,
cuando niños soñamos con mares y caminos,
con reyes, con espadas, con ángeles alados,
y, al final, descubrimos estar equivocados.
Me acuerdo que primero quería ser Bombero,
luego sería Pirata y después Ingeniero,
hasta que un día tomé el lápiz, escribí mi primer verso,
y me hice poeta, pero no me arrepiento.
Cierto es que he tenido que vivir cada miseria,
que se me eriza el cabello cuando me acuerdo de ellas,
pero el final es lindo y mi mejor recompensa
es mirar a mis hijos, a todos mis hijos,
Qué de cosas insólitas nos depara el destino,
cuando niños corremos, jugamos y reímos,
luego, adultos, pensamos en hijos, en la vida,
y ya viejos lloramos alguna ilusión perdida.
Luego el mundo nos cambia
y no somos los mismos,
presumimos que somos muy felices
pero casi sufrimos,
y nos desorientamos
y, al final, descubrimos
que somos como los niñitos, esos,
jugando a ser la mamá o el marido.
Fue por eso que anoche, al besar a mi hijo,
cuando me dijo: ¿Sabes papá? cuando sea grande voy a ser bandido,
se me ocurrió que todos, más felices seríamos
si viésemos la vida, como un sueño de niño.