Las noches tienen, siempre, aquel encanto raro,
y caminar por ellas es curarse de espanto,
meterse en la bohemia es una cosa seria,
como un premio de rifa o un carrusel de feria.
En un lugar cualquiera, por ejemplo,
hay un hombre que canta
y hay gentes que se ríen
y otras gentes que bailan.
Con la señora,
pero bailan.
Con una amiga, por ahí, de vez en cuando,
pero bailan.
La bohemia, La bohemia,
La bohemia, La bohemia.
/Déjala, déjala,
déjala todo se va/ bis.
¡Vivan las mujeres, el humo y el alcohol!
¡Viva la pena triste, de aquella noche tonta
deshojando una rosa, con el alma en los labios
y hoy se la ofrezco al diablo empinando una copa.
/Déjala, déjala,
déjala todo se va/ bis.
Deja tu cara, pálida de sueño,
y ven a vivir a la mesa de los hombres,
llénate las tripas con alcohol,
pero no llores, estúpido, no llores.
¿Qué crees?
¿Qué en tu mundo algo vale la pena?
Tu mundo está podrido,
si no empujas te jodes.
/Déjala, déjala,
déjala todo se va/ bis.
Ven a bailar tu pena de complejos,
mira qué lindo, así, hasta la madrugada.
Métete, de cabeza, en una copa
y nada, desgraciado, hasta que un cubo de hielo te recoja.
/Déjala, déjala,
déjala todo se va/ bis.
Todos nosotros hemos sido tristes
y ¿no ves hoy la alegría en nuestras caras?
Claro, hemos logrado desterrar esa tristeza
y somos más felices cada noche que pasa.
¡Viva el amor! ¡Viva la vida!
¡Vivan las penas que nunca se acaban!
La bohemia, La bohemia,
La bohemia, La bohemia.
/Déjala, déjala,
déjala todo se va/ bis.