Yo soy González.
Amo a mi tierra.
Vivo en un país, de nieve y hielo,
y espero.
Algún día caminaré las calles de mi patria
y seré feliz.
Yo soy González.
A veces olvido el por qué estoy aquí.
A veces lo recuerdo y siento rencor y odio
y, otras veces,
sólo siento una inmensa necesidad de perdonar.
Yo soy González.
Hoy puedo ser el hacedor de pan,
o el motivo para la pluma de un poeta.
Hay muchos González, como yo,
repartidos por el orbe.
Pero yo soy el González de este cuento
que hoy te cuentan.
Quiero una compañera.
Hoy. Y no la encuentro.
Camino, bajo la nieve, hoy,
y esquivo el frío con una finta
que le aprendí a un torero,
allá en España, alguna vez.
Yo soy González.
Me enfermo de tristeza
y me muero, un poco, cada día,
esperando una voz amable, o una mano amiga.
Una vez pasaron, por mi casa, los cantores
y me dejaron una dolorosa espina,
aquí en el corazón.
Una espina, dolorosa, que ha turbado mi razón
y me ha convertido en perseguido
del miedo y la nostalgia.
Yo soy González.
Quiero vivir en mi país.
Quiero amar, en mi Patria.
Quiero ser cancionero, en mi pueblo,
y poema entre los brazos de mi hermana.
Yo soy González.
Si algún día tuviste necesidad de la patria
entenderás mi canto.
Si no ha sido así, te amo y te respeto,
te envidio y te amo.
Deseo que nunca estés en mi lugar.
Que no tengas que aprender a decir
"por favor" en lengua extraña.
Yo soy González.
Nada más que González.
Como tantos González repartidos
por el mundo.
Tengo un lugar al que no puedo llegar.
Un lugar donde vives tú,
amigo mío,
Donde trabajas tú,
amigo mío.
Donde despiertas tú, cada mañana,
y ves el mar, la cordillera, el sol,
desde tu eterna y luminosa ventana.
Así recuerdo a mi País.
Como una hermosa ventana luminosa,
abierta hacia el futuro.
Un futuro que espero,
mientras por mi mejilla
me cae una lágrima.
Yo soy González.
Nada más que González.
Ayúdame a vivir, amigo mío.
Con alegría.
Ayúdame a vivir.
No dejes que se me olvide
el color de mi piel,
ni que pierda el acento de mi lengua
materna.
Escríbeme una carta.
Dime como es el sol.
Dime como es el mar.
Dime como es la flor,
el azul, la cordillera.
Envíame un copihue.
Una manta. Una espuela.
Sácame de este sitio
y alivia mi condena.
Yo sólo quiero perdonar,
pero no puedo perdonar.
No sé si debo perdonar,
ni siquiera sé eso, si debo,
o no debo, perdonar.
Yo soy González.
Y ando, perdido, por el mundo.
Sácame de aquí, amigo mío.
Sácame de aquí.
Sácame de aquí, amigo mío.
Sácame de aquí.
Sácame de aquí, amigo mío.
Sácame de aquí. Etc., etc.