Yo vengo a contarles la historia,
la historia de un hombre que nunca vivió,
un hombre que soñó con ser amado
vivir enamorado del mundo y del amor.
Un hombre que luchó, la vida entera,
por un horizonte lejano y mejor,
un hombre que perdió mil primaveras
por quedar a la espera de una pobre ilusión.
Hasta que un día le golpearon a la puerta,
corrieron, ella y el pequeño, sin pensar,
que en la noticia la esperanza estaba muerta
y unos centavos le tendrían que bastar.
Par educar y hacer feliz a su pequeño,
para educarlo como un hombre de valor
y aquellas manos, pequeñitas, se volvieron
manos de obrero sin pasado y sin rencor.
Y aquí la historia yo termino,
el hombre, en el hijo, de nuevo vivió
/y usted que lo conoce, o es él mismo,
sabrá el final del cuento que un día me contó/ bis.