Sí, se fue, lo sé muy bien,
ya no me lo recuerdes, por favor.
No debí, amarla así,
jamás debí entregarle el corazón.
Pero era tan bella
que no pude
resistirme a su perfume
y, enseguida, le entregué todo mi amor.
Tenerla, en mis brazos, un instante,
nada más por consolarme,
fue la gota que mi copa derramó.
Y hoy,
cuando escucho, por error,
una voz como su voz,
siento un nudo, en la garganta, que
que me parte, el alma, en dos,
mariposa del adiós
que al revolotear sus alas
corta mi respiración.
No sé, si duraré,
así de malherido como estoy.
Así de malherido como estoy.
Así de malherido como estoy.
Así de malherido como estoy. Etc., etc.