¿Conocieron al Mañungo?
seguramente que no.
Era un "cabro" de mi barrio,
que, en mi época de niño,
conocí en una "pichanga"
que jugábamos, un día,
con los "cabros" de la cuadra
que está detrás de la mía.
Parecía siempre enfermo
porque tosía y tosía,
y por eso en la "pichanga"
casi nunca lo ponían.
Decían que era muy flaco,
que p'a chutear no servía
y que si alguien lo "trancaba",
no aguantaba y se caía.
Nunca fue amigo de nadie,
porque nadie lo quería,
y cuando después de clases
armábamos la "partida",
él se quedaba mirando,
desde afuera de la cancha,
esperando la "revancha"
para ver si lo "ponían".
Yo parece que lo veo
mirándonos "pichanguear",
con las manos a la espalda
su pena disimulaba,
aunque a veces no aguantaba
y, casi a punto de llorar,
miraba como diciendo:
"yo también quiero jugar".
Era "derecho" el Mañungo
y el día que me "agarré"
fue el único que a mi lado,
a "puñete" y puntapiés,
me defendió como pudo
y aguantó mejor que yo
la paliza que nos dieron,
entre todos, a los dos.
Perdonen si les aburro
contándoles estas cosas,
pero amigo como aquel
no he vuelto a tener jamás,
fue por eso que lloré,
como hombre que era, y que soy,
el día que, para siempre,
se lo llevó aquella tos.
El Mañungo fue mi amigo
y por eso lo recuerdo,
si a veces casi lo veo,
cuando me pongo a pensar.
allá afuera de la cancha,
su pena disimulada,
diciendo con la mirada
y casi a punto de llorar:
¿muchachos, qué es lo que pasa?
Yo también quiero jugar.