El amor, el amor es un toro desmandado
Que saltó, que saltó la barrera de la vida,
Y en su ciega y mortal acometida
Desgarró con sus astas tu costado.
No podrás, no podrás dar un quite a su navaja
Ni burlar, ni burlar con un quiebro tu cintura,
En el ruedo tendrás la sepultura
Y un capote de olvido por mortaja.
El clarín, el clarín de tu gloria y tu ruina
Sonará, cuando menos lo supones,
Presintiendo la muerte, ya vecina.
Puñalada, puñalada mortal de los pitones,
Y un clavel, como extraña golondrina,
Quedará entre un responso de ovaciones.
Una vez, una vez terminada la faena,
Brillará, recordándote en la arena,
Un cairel en el ruedo abandonado.
Y una voz, y una voz en lo alto del tendío
Te dirá con acento dolorío:
—El amor es un toro desmandado. (bis)
Desmandado, desmandado, desmandado, desmandado...