Un callejón en Pompeya
y un farolito
plateando el fango...
Y allí un malevo que fuma
y un organito
moliendo un tango;
y al son de aquella milonga,
más que su vida mistonga,
meditando, aquel malevo
recordó
la canción de su dolor.
Yo soy aquel que en Corrales,
los carnavales
de mis amores,
hizo brillar tu belleza
con las lindezas
de tus primores,
pero tu inconstancia loca
me arrebató de tu boca
como pucho que se tira
cuando ya
ni sabor ni aroma da.
Tango querido
que ya pa' siempre pasó,
como pucho consumió
las delicias de mi vida
que hoy cenizas sólo son.
Tango querido
que ya pa' siempre calló,
¿quién entonces me diría
que vos te llevarías
mi única ilusión?