Son las 21 y en el televisor sólo se irradia llanto,
dolor, no hay risa.
Son los resabios de una gran guerra de miles
y el impulso de uno solo.
Sangre y muerte de madres e hijos,
y en ese orden los apilan como vacas y terneros
en un rifle sanitario,
que mató quién sabe qué, o quién sabe quién.
Para que sepa, usted es un criminal, mambo, es un criminal, mambo...
Ya son las 4 am pero al extenderse en su discurso
logra colarse unos minutos más en el inconciente general.
Él enumeraría factores lógicos por los cuales
una mente plagada de pasadizos secretos “non sanctos”,
viola y mata y luego se arrepiente, clama redención
impulsado el purgador,
por quién sabe qué, o quién sabe quién.
Criminal, mambo, es un criminal, mambo...
Son las 11, pero del otro día,
y en los diarios de suela como detalle:
"Hieren de gravedad a Rosario López Wilde. El agresor
al volante da a la fuga, luego de arrollar a la s**agenaria
y chocar con todo en su huída. Testigos advierten que
el cobarde no iba solo y escapó impunemente impulsado
por quién sabe qué, o quién sabe quién".
Criminal, mambo, es un criminal, mambo...
No hay perdón que consuele, es verdad,
pido perdón si alguien no entiende o desatiende
el motor del enunciado.
Son cosas normales que pasan en una pintoresca
mañana y noche de Octubre, en una ciudad que parece dormida.
Que parece dormida.