Se refleja en el río el brutal colorido de los fuegos artificiales y ellos chocan sus ojos los del uno en el otro ajenos a cualquier explosión. Y negros y blancos se apiñan con frío a un bidón de gasoil con trapos encendidos un fuego naranja ilumina la esquina y calienta sus manos por hoy. Y ellos siguen viviendo en su propio disfraz borrachos tan ebrios de amor que el tiempo se para en mitad de la calle y es su único espectador. Y se rozan con mimo sin darse al olvido algún poro de la piel. Y les sabe a violines trompetas y arpas el silbato del último tren. Hay un tipo dormido en el séptimo banco del parque junto a la estación. Hoy hay fiesta en la calle pero nada rompe el sueño
después de dos litros de alcohol. Y ellos siguen viviendo en su propio disfraz borrachos tan ebrios de amor que el tiempo se para en mitad de la calle y es su único espectador. Y pasan los años llueve sobre mojado y los dos continúan ahí estatuas de piedra fieles hasta la arena son vecinos de mi humilde rincón. Vacío la funda y cojo las monedas que la gente me quiso brindar guardo la guitarra me pongo el sombrero y decido que hoy no toco más lo cierto es que ya vale por hoy. Y sigo viviendo en mi propio disfraz borracho tan ebrio de amor que el tiempo se para en mitad de la calle y es mi único espectador.