Desde el cielo te busco, continente,
descubriendo tu cuerpo sin fronteras;
te asomas entre nubes, en el silencio
lentamente, mirando las estrellas.
Desde el cielo te busco, claro albergue,
y recorro tus formas consteladas,
el perfil de tus costas, tus llanuras,
la estela de tus ríos, tus montañas.
Desde el cielo te busco, fiel refugio,
y respiro el oleaje de tus selvas,
el latido del viento en tus salares,
el rumor de la luz en tus praderas.
Y en el cielo te alcanzo, dulce patria,
y recojo la huella en tus entrañas,
y la sigo, y siguiéndola conozco
tu verdad en los tiempos que te marcan.
Aquél que fue el primero y será el último,
el tiempo de la tierra y de la raza;
aquél que vino entonces y se obstina,
el tiempo del clamor y de la llaga;
y aquél que está en el fondo de tu aliento,
camino del que abriga tus nostalgias,
promesa del amor más luminoso,
horizonte de paz en las mañanas.