Que nunca acabaré de conocerte repito cada noche al regresar. Que siempre son las historias de siempre, las causas que confirman el final. Quizá no te he tratado justamente, y soy culpable de tu soledad pero quisiste, siempre, ser el fuerte, huyendo a conversar la realidad. Y hacemos que transcurra el tiempo, por si alguno cambia por encantemiento, y surge ese ser que soñamos,
perfecto y con trazas de galán de cuento. No hay duda de que acabará esta noche, este necio romance de maldad, que aparte de hacernos perder el tiempo, sólo será un recuerdo que olvidar. Pero antes del adiós, quiero que sepas, que yo he sido sincero por demás, y que durante un tiempo te he querido, como no había querido a nadie más. Y hacemos que transcurra el tiempo...