Cae niebla de la montaña y no sé qué pasa pero tengo un alma que a todos extraña. La niebla empapa una vida que aunque no sé cómo darla por vivida sé que ella me daña. Y me voy, y me voy, y me voy, y me voy, y me voy, y me voy, y me voy pero aún no me he ido. Y te vas, y te vas, y te vas, dices que hoy sí te vas, pero sigues conmigo. Cuando se ponga el sol sonará esa canción que los dos nos sabemos, qué podemos hacer si lo que hay que tener es lo que no tenemos. Y dirán que vivir es no conseguir y así pasan los años. Ya nunca hace calor y en lugar del amor nos hicimos daño. Ojalá que la canción fuera más que cantar, que querer descifrar este eterno miedo. Y en el fondo de mi vida me encuentro un abismo, qué suerte la mía que diría el mismo José Alfredo. Y ahora sé, y ahora sé, y ahora sé, y ahora sé,
y ahora sé que no tengo ni idea. Y tú crees, dices que tienes fe, que ahora quieres creer y no hay quien se lo crea. Pero te veo sonreír y el sol dora tu cabello. Dios mío, por qué para ser feliz es preciso no saberlo, por qué siento el amor y lo quiero mirar y no consigo verlo, por qué lo amado hoy con el tiempo se hará doloroso y extraño. Porque no hace calor y en lugar del amor nos hicimos daño. Y cuando se ponga el sol sonará esa canción que los dos nos sabemos, qué podemos hacer si lo que hay que tener es lo que no tenemos. Y la vida no es más que una sucesión de desengaños. Ya nunca hace calor y en lugar del amor nos hicimos daño. Y dirán que vivir es no conseguir y así pasan los años. Ya nunca hace calor y en lugar del amor ... nos hicimos el daño.