No lo van a impedir las golondrinas
Ni espejos rotos, ni lagunas nuevas
Ni todos los andamios ni las ruinas
Ni flores, ni herejías, ni condenas
No lo van a impedir los trotamundos
Ni los soldados, ni la primavera
Ni negándolo el viento en cada muro
Ni negándolo aún donde se crea
No lo van a impedir ni andén ni esquina
Ni los augurios de algún martes 13
Ni el humo de las calles y lloviznas
Ni el canto del verano que anochece
No lo van a impedir ni el falso amigo
Ni el que alimenta el cepo y la tortura
Ni el pequeño ladrón de mano fría
Ni el temible Don Juan de caradura
No lo van a impedir ni moralistas
Ni miserias, visibles ni secretas
Ni millonarios, rubios ni exorcistas
Ni aspirantes al trono del profeta
No lo van a impedir ni a cien apuestas
Ni la certeza de la despedida
Ni inquisidores, ni verdugos, ni aguafiestas
Ni aparentes ni traidoras bienvenidas
No lo van a impedir los enemigos
Ni ese tibio galán de poco vuelo
Ni burócratas tiernos ni podridos
Ni eternos sembradores de veneno
No no van a impedir que vaya al cielo
Ni reinas sin honor, ni periodistas
Ni antiguos comediantes, ni embusteros
Ni estudiantes de leyes, ni alquimistas
No lo van a impedir los generales
Ni adorables doncellas pervertidas
Ni operables procesos judiciales
Ni perros, ni cometas, ni suicidas
No lo van a impedir, ni lo prohibido
Ni poetas, fluídos ni hechiceros
No lo van a impedir ni los olvidos
A pesar del otoño venceremos