Mira que arrugada está esa piel,
En su alma siente frío y ves,
Ni las lágrimas que guarda en él
Hoy pueden caer.
Otro día tiene que pasar,
Alegrías de otros que verás
Y este tiempo inconciliable
Que juega ya contra ti.
Acabamos al final de pie,
En una ventana, para ver
Espectadores melancólicos,
De felicidad improbable.
Tantos viajes que quisiste hacer
Y ahora sabes que no puede ser.
Un dolor, que tú conoces bien,
Sólo él no te abandonará ya…
Jamás.
Te refugias en tu soledad
Mientras crece tu fragilidad.
Los milagros ya no esperarás,
Ahora ya no.
Con muñecos ya no hables más
Y no toques esas píldoras.
Esa monja es tan simpática,
Con las almas tiene práctica.
Te daría mi mirada
Para hacerte ver lo que quieras,
La energía, la alegría,
Para regalarte sonrisas.
Di que sí, siempre sí,
Y podrás volar con mis alas
Donde tú sabes ya,
Con tu corazón y sin penas.
Hacer brillar de nuevo el sol
Para que el invierno se vaya,
Curarte las heridas
Y darte dientes para que comas,
Y luego verte sonreír,
Luego verte correr de nuevo…
Olvida ya,
Hay quien se olvidará
De llevar una flor,
Pasar un sábado…
Después… silencios…
Después… silencios.
En los jardines donde nadie va
Se respira la inutilidad,
Hay respeto y limpieza pura,
Es casi locura.
Es tan bello abrazarte aquí,
Defenderte y luchar por ti
Y vestirte y peinarte así
Y susurrarte: "No te rindas, no".
En los jardines donde nadie va
¡Cuánta vida! ¡Cuánta soledad!
Los achaques crecen día a día.
Somos nadie sin la fantasia.
Sosténles, tú, abrázales,
Te ruego, no dejemos que caigan
Ésiles, frágiles, tu carino nunca les niegues.
Estrellas que ahora no se ven
Pero dan sentido a este cielo.
Los hombres no pueden brillar
Si no brillan también por ellos.
Manos que ahora temblarán
Porque el viento sopla más fuerte.
No les dejes, ahora no,
Que no les soprenda la muerte.
Somos egoístas cuando en vez de ayudar
Nos negamos.
Olvida ya,
Hay quien se olvidará
De llevar una flor,
Pasar un sábado…
Después… silencios…
Después… silencios.