Por los ángeles caídos, las derrotas, los castigos,
por el daño que sufrimos esperando lo que no llegó, no llegó.
Por ser santos inocentes con memorias atrofiadas,
en el día de los muertos me dijiste: "Pon tu mente al sol, siempre al sol".
Y salimos del letargo, reaccionamos,
somos fuertes, somos mares, podemos ser imparables.
Rodeados levantamos nuestras manos, pero se cierran los puños,
sé que aún nos queda el orgullo y nos mantendremos juntos.
Hoy salimos a buscar al enemigo, que también somos nosotros,
el que está por todas partes y nos arrasó, nos arrasó.
Nos sentimos desgraciados, impotentes, tanto tienes, tanto vales,
y no queda casi nada, solo quedas tú, solo tú.
Y la pena incontrolada que controla y atenaza
se transforma, se convierte en esperanza.
Hoy te digo que te quiero, que despiertes, que me abraces,
porque juntos sé que somos imparables, pero también los culpables.
Y salimos de las tumbas, de los bares,
de los lodos y las calles, de las dudas razonables.
Rodeados levantamos nuestras manos, pero se cierran los puños,
sé que aún nos queda el orgullo y saldremos de esto juntos.