Me la regaló mi viejo, fue mi primera montura.
Con ella aprendí a caer más o menos con soltura.
Pronto el gusto le cogí a viajar de esta manera,
a la grupa de mi prieta por caminos y veredas.
No sé ni cómo aguantó con el trote que le daba,
pues lo mismo íbamos tres, que ella nunca se quejaba.
Y aunque no me preocupé porque soy algo dejado,
las lecciones que aprendí nunca ya las he olvidado.
Aún me acuerdo, era pequeña pero tenía puro nervio,
el dia en que estaba entonado me llevaba hasta el infierno.
Cosa fina pa carreras si podías dominarla,
aunque siempre he preferido ir sin prisas, disfrutarla.
No sé ni cómo aguantó con el trote que le daba,
pues lo mismo íbamos tres, que ella nunca se quejaba.
Y aunque no me preocupé porque soy algo dejado,
las lecciones que aprendí nunca ya las he olvidado.
Si triste o cansado estaba y a montarla no salía,
donde la hubiera dejado sabía que me esperaría.
Mas es buena esta manera pa aliviar la depresión,
te relaja la sesera y estimula el corazón.
No sé ni cómo aguantó con el trote que le daba,
pues lo mismo íbamos tres, que ella nunca se quejaba.
Y aunque no me preocupé porque soy algo dejado,
las lecciones que aprendí nunca ya las he olvidado.
Hace algunos años ya en que me falló mi prieta,
desde entonces yo en lo mismo, pedaleando en bicileta.
Además, no tengo carro, tampoco saqué el carnet,
y mientras pueda ir en ella con la bici seguiré.
No sé ni cómo aguantó con el trote que le daba,
pues lo mismo íbamos tres, que ella nunca se quejaba.
Y aunque no me preocupé porque soy algo dejado,
las lecciones que aprendí nunca ya las he olvidado.