¡Carcelero! ¡Que tengo hambre!
Esta cárcel de exterminio,
que tortura y asesina
y te rompe el corazón,
vuelve locos a los hombres
y la vida hace enfermiza.
Entre rejas y garitas
no hay lugar para el amor.
No se busca una salida
para que unos cuantos vivan
en nombre de la justicia
cada día mucho mejor.
Los que mandan en presidio
son sucios y mezquinos
como perros malnacidos,
nunca pedirán perdón.
Carcelero, carcelero,
no eres persona decente.
Tu oficio es el más rastrero
y tu corazón no siente.
De la cárcel te crees el rey,
porque te ampara la ley.
Tu cerebro está podrido
y tu vida ya la has perdido.
Obediencia y autoridad
y dar palizas al preso
son tus señas de identidad
¡Cómo disfrutas con eso!