La Policia Nacional
tenía tapada la esquina
y allá en el Barandiaran
estaba puesta la cita.
Ellos entraron al bar
a machacarse un tequila.
Por el maldito cristal
sus miradas se cruzaron,
ya los maderos dispuestos
a la puerta se asomaron.
Se volvieron a mirar,
Los Huajolotes temblaron.
Y allá como dos pendejos,
como meros Huajolotes,
se miraron frente a frente,
les salvaron los bigotes.
Los bueyes ya se marcharon
llegaron los compañeros,
los sonoros, los candelos,
la madre que los parió.
Salvamos la papeleta
cogimos la línea recta,
paramos en San Lorenzo
y nos hicimos un peta.
A. de la Cuesta, M. Barrenetxea, J. Oria