Porque no quiso ser estatua de sal le llamaban todos "culo inquieto", aparentaba ser un tipo normal pero guardaba un secreto. Cuando a los cínicos les dió por rezar él le puso a Satán una vela, aprendió todo lo que hay que olvidar y se escapó de la escuela. Y por llamarle tanto pan al pan y al vino vino la gente bien pensaba mal y decían por la acera del casino que si tal que si cual pero a él le daba igual. Porque gritaba cuando había que callar le llamaban todos "aguafiestas" dormía todo lo que había que soñar sin perdonar una siesta. Y, aunque nadie daba un duro por él se volcaba tanto en los detalles que sin llegar a nada llegó a ser el capitán de su calle. Pero en el barrio había un general que para colmo lo vió salir de noche a probar a buscarle tres patas a las gatas y dos peras al olmo para merendar.
Porque sabía que la verdad desnuda guarda oculta detrás de la corteza el hueso de cereza de una duda. Y se reía con la melancolía que le da la razón a la tristeza cuando los labios pierden la cabeza. Porque no sabía vivir sin besar le llamaban todos "picha brava" pero él besaba para recuperar los besos que le faltaban. Y, aunque la muerte le aterraba pensó que si la pálida dama llegaba no desperdiciaría la ocasión de ver qué tal besaba. Y, por burlarse de lo más sagrado, los del juzgado empapelaron al capitán y le echaron cinco mil años y un día paque aprenda a cantar en la mazmorra fría. Porque sabía que la verdad desnuda guarda oculta detrás de la corteza el hueso de cereza de una duda. Y se reía con la melancolía que le da la razón a la tristeza cuando los labios pierden la cabeza.