Algunas veces vuelo y otras veces me arrastro demasiado a ras del suelo, algunas madrugadas me desvelo y ando como un gato en celo patrullando la ciudad en busca de una gatita, a esa hora maldita en que los bares a punto están de cerrar, cuando el alma necesita un cuerpo que acariciar. Algunas veces vivo y otras veces la vida se me va con lo que escribo; algunas veces busco un adjetivo inspirado y posesivo que te arañe el corazón; luego arrojo mi mensaje, se lo lleva de equipaje una botella..., al mar de tu incomprensión. No quiero hacerte chantaje, sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad. Algunas veces gano y otras veces pongo un circo y me crecen los enanos; algunas veces doy con un gusano en la fruta del manzano prohibido del padre Adán; o duermo y dejo la puerta de mi habitación abierta por si acaso se te ocurre regresar; más raro fue aquel verano que no paró de nevar. Y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad.