Hierven los clubs y los adolescentes comen pastillas de colores. Harto de mal vivir el siglo veinte muere de mal de amores. Los hechiceros de la tribu resucitan para invertir en mis pecados y hacen los traficantes de estampitas su agosto en el supermercado. Y la mentira vale más la verdad y la verdad es un castillo de arena y por las autopistas de la libertad nadie se atreve a conducir sin cadenas. Y yo me muero de ganas de decirte que
me muero de ganas de decirte que te quiero. Y que no quiero que venga el destino a vengarse de mí y que prefiero la guerra contigo al invierno sin ti. Cada mañana salto de la cama pisando arenas movedizas, cuesta vivir cuando lo que se ama se llena de ceniza. Y por las calles va solo el corazón sin un mal beso que llevarse a la boca y sopla el viento frío de la humillación envileciendo cada cuerpo que toca.