Las gafitas de las pecas, con complejo de muñeca desconchada frota su cuerpo desnudo contra el lino blanco y mudo de la almohada. Invisible entre la gente. Condenada a ser decente, según fama que del cuello le colgaron los que nunca la invitaron a su cama Cuando agoniza la fiesta todas encuentran pareja menos Lola que se va, sin ser besada, a dormirse como cada noche sola y una lágrima salada con sabor a mermelada de ternura moja el suelo de su alcoba donde un espejo le roba la hermosura. Nadie sabe cómo le queman en la boca tantos besos que no ha dado, tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado. Ojos lujuriosos de hombre que en el último metro buscan y desean nunca miran dentro del escote de las feas. Besos en la frente, besos en la frente le dan; besos en la frente, nadie trata de ir más allá... yo quise probar.
Yo que, en cosas del amor, nunca me he guiado por las apariencias, en su cintura encontré una mariposa de concupiscencia. Las más explosivas damas me dejaban en la cama congelado -"ten cuidado al desnudarme, no vayas a estropearme mi peinado"- Lola sí que lo ha comprendido, por caminos escondidos ha buscado el agua que mana el oscuro manantial del pecado. Y aunque me ha dejado marcado como un mapa de arañazos en la espalda nunca hallé tanto calor como bajo su falda, y le he pedido "vente conmigo" aunque la peña diga "tío, que mal te lo montas", harto como estaba de tanta guapa insípida y tonta. Paso de la falsa belleza igual que el sabio que no cambia París por su aldea y me abrazo a la verdad desnuda de mi fea. Besos en la frente, besos en la frente le dan; besos en la frente, nadie trata de ir más allá... yo quise probar.