He pasado el día preparando el Corazón
para cuando suene el timbre de la puerta
Sin embargo, suena el timbre de la puerta
Sin embargo, desde las nueve y cincuenta y tres
me golpea las costillas reclamando de inmediato tu presencia
A la hora del timbre por la mirilla se ven
caramelos asomandose a su escote
y una gran sonrisa rodeada de mujer
con olor a Hierbabuena presagiando la gloria del cinemascope
Saldrán a su encuentro mis orejas y mi nariz
y mis ojos ansiosos y el Corazón consentido
y mi mano izquierda decidida a investigar
los ojales y los botones de tu vestido
A la hora del timbre con caricias y café
cicatrizan las heridas cotidianas
en el cuarto oscuro del enamorado amor
donde una estufa ilumina justo apenas una pata de la cama
Luego, a beso limpio a salvo en el pequeño Edén
nos gastaremos los labios en un cuerpo a cuerpo fiero
Huirán al exilio el miedo y la soledad
y la muerte perderá por dos a cero.
A la hora del timbre las campanas del reloj
que anuncian alborozadas tu presencia
repiten tenaces que empezo la cuenta atrás
y que vaya preparando de a poquito el Corazón para tu ausencia.