Con todos esos miles de besos que hay en tu boca, que sorteados como a los dados van de oca en oca ¿cuándo me toca, Dama de las delicias que, a flor de azar, vas sembrando caricias para dar y tomar? Es un misterio con qué criterio te distribuyes pero estoy harto de tu reparto, nunca me incluyes ¿porqué me huyes, Dama de los desplantes, si en tu harén tienes tantos cantantes que es como un almacén? Fuera de alcance de tu romance, sinceramente, yo seré el fallo de tu serallo, el gran ausente. Tenlo presente. Dama de las mercedes, anda, mujer, cuando tiendas tus redes, aún te falta un Javier. Ya que derramas por tantas camas tu inmodestia, ya que te ofreces cientos de veces y a tanto bestia, no es gran molestia, Dama de los deslices, que, a flor de piel aunque sea, aterrices en mi luna de miel. Tú, que a este gremio le diste premio, (todos a una me lo han contado: te has cepillado hasta la tuna,
y yo en la luna) Dama de los desdenes, hazme en tu harén, tú por mí no te frenes, un sitito también. Cubres de infamia tu poligamia si falta al coro la voz que achanta bajo la manta, el broche de oro, este tesoro, Dama de las licencias anda, mujer, que aún con ciertas carencias me da para comer. Si en la penuria de mi lujuria, Dios no lo quiera, otra aventura se me procura más lisonjera y me lo hiciera, Dama de las sorpresas, a flor de mal, con alguna de esas, mas o menos rival... Ten por seguro que al ser tan duro dormir al raso me iría de farra con la guitarra tras de su paso, pensando acaso, Dama de las tormentas, que no es tu harén tampoco, a fin de cuentas, el jardín de Edén. Que, mientras tanto, logre mi canto, dale que dale, enternecerte, que al fin mi suerte no te resbale y digas: vale. Y atiendas mis pregones anda, mujer, dama de corazones, Venus del Gran Poder.