Me comentó que iluminaste Garibaldi
al bajar la ventanilla,
que tu coche casi le acaricia
al pedirle una canción,
que la rosa que pintó azul José Alfredo
se subió por tus tirantes y en tu pelo
otro motivo encontró.
Me comentó que quién le iba a decir
que se iba a enamorar
de la chica más fresa de Madrid...
Más fresa de Madrid.
Volviste al rato para quitarte años,
para pedirle candela.
Le dijiste, venga te invito a unas chelas
y me enseñas tu ciudad.
Y el mariachi sorprendido de su suerte,
te vio reír y vio a la muerte
esperándolo en el bar.
Tan cierto es como el aire que hoy respiro,
tan cierto como que Amado Carrillo Fuentes
sigue vivo,
sigue vivo.
Quedó el D.F. extraño sin tu amor
como Insurgentes sin taxis,
como el Tenampa en silencio o una flor
creciendo en la Zona Cero.
Quedan mis planes hundidos tras tu huida
como en mi pecho este humo,
como la catedral del Zócalo, mi vida,
como mi cuerpo en lo oscuro,
como mi cuerpo en lo oscuro.
De hidalgo os bebisteis horas largas
como siestas de verano.
Así que el alba te besó las manos
y Don Julio habló por él.
¿Sabes? El deber de un buen mariachi
es llevar a las damas hasta el taxi,
acompañarlas al hotel.
Te dejaste convencer y de botana
te mordió en el vocho.
Luego el postre te lo llevó hasta la cama,
te lo llevó hasta la cama.
Al tiempo he vuelto a verlo en Garibaldi
afinando la guitarra,
esperando que al bajarse la ventana de otro coche
tú aparezcas.
Nos fuimos juntos y entre bronca y caballitos
me contó esta historia,
que es la historia de un bendito que aún te sueña.
Quedó el encargo de buscarte aquí en Madrid
pa' decirte que las cosas se han torcido
desde que toma sin ti,
desde que toma sin ti.
Quedó el D.F. extraño sin tu amor
como Insurgentes sin taxis,
como el Tenampa en silencio o una flor
creciendo en la Zona Cero.
Quedan mis planes hundidos tras tu huida
como en mi pecho este humo,
como la catedral del Zócalo mi vida,
como mi cuerpo en lo oscuro,
como mi cuerpo en lo oscuro.