Perdí los latidos contados y sigo queriendo tomar veneno.
Eterno mientras dure la partida, de ese trozo de sol y trozo de luna.
Aleteo mientras dejo caer al suelo, depongo las alas ya no las quiero.
Se me oxidan los clavos del madero, se me van haciendo de terciopelo.
Perdí los retales de la ilusión, que andaban cosidos a sus manos.
Zurciendo de vuelta las vértebras quebradas y los abrazos al esternón.
Como me gusta enroscarme al pescuezo tus manos ardiendo y gritando te quiero.
Como me gusta perder la partida si tiras como dados los ojos con que me miras.
Los ojos con que me miras.
Como hago el payaso y disfruto de la vida, como hago que me caigo que te caigo encima.
Como hago un castillo con miles de ventanas, pa cuando apriete la mañana echarnos a volar.
Echarnos a volar.
El otoño se ha puesto de largo, como una rémora anclada a la sien.
Me hago una cama de esparto pa cuando no estés pueda prender.
Encontré en su guerra mi paz y desperté soñando con un balazo.
Que atravesó de parte a parte, el corazón que ya no late, que se me hizo de carne.
Destrone princesas mate bufones, y volví al olivo que me pario, bautice el ateísmo de los dioses.
Que no sabían de amor ni de qué se yo.