La vida me duele sin sol,
precioso emisario de amor,
linda flor de arrebol.
Y mi sed de ti,
duramente me castigas
porque tengo sed.
Te busco, mi niña, en el mar
y aquella, mi tarde estival,
suspicaz de tu gracia
virginal, vivaz,
golondrinas de mi valle
volverás a alar.
Caminaré sin parar
hasta la orilla del mar,
si tú no vienes,
si es preciso andar
quedamente el tiempo,
quedamente se va.
Para qué esperar.