Quién eres tú
que amándome de día
me arrastras al
peligro de la noche.
Quién eres tú
que con sabiduría
anulas todo el peso
del reproche.
Quién eres tú
que siempre sosteniendo
mi voluntad
me ofrece la segura
ventana, donde el sol
está naciendo
y me llenas de vida
la aventura.
Quiero evadirme
de esas horas graves
donde las cosas
no son nunca claras
tal vez allí te espere la respuesta
a la pregunta que me deparares.
Pago tu amor
con un amor fastuoso
más puro que la nieve
y más humano que el agua
que bebiste en otros pozos
y todo aquello que tocó tu mano.