Yo tenía una negrita
que la amaba y la quería,
un día la vi llorando
sin saber lo que tenía.
Esta negrita diabla,
caramba, se metió un día
a la casa del otro,
caramba, que ella tenía.
Que ella tenía, ay sí,
caramba, negra chinchosa,
ya no te estoy queriendo,
caramba, por veleidosa.
Esta negrita astuta,
caramba, vendía fruta.