En el sur del gran condado sucedió
esta historia de coraje y de pasión,
en un pueblo devaluado de buen aire y mal olor,
olvidado de la mano del señor.
En un pueblo que era el ultimo orejón,
una dama fue la reina del salón,
Mary julie la llamaban, la llamaban pero no,
ella no le contestaba a la gente del montón.
Mary julie, mary julie, apuntaba a algo mejor.
Mary julie, mary julie, nunca abrió su corazón
hasta que una madrugada
con el sheriff se enredo.
Mientras el jugaba fútbol, tenis, golf,
prometía solución tras solución,
mil mujeres lo seguían pero a todas defraudo,
sin embargo a mary julie le cumplió.
Cuando el jefe y su amada con pasión
discutían en la cama una cuestión,
llego al pueblo de mal modo
la pandilla de un matón, el mas rápido de todos:
El famoso "sunday horse".
Mary julie, Mary julie, al gran jefe despertó,
Mary julie, Mary julie, del asalto le aviso,
él se puso la pistola y después el pantalón.
Nuestro héroe se enfrento al invasor,
su discurso de justicia disparo,
Sunday Horse saco su arma:
era un cheque al portador
y el gran jefe le propuso asociación.
Mary julie vio el replay desde el balcón
en su humilde tapadito de visón
y tembló de desconsuelo por la tensa situación
y ofreció para este duelo su privada intervención.
Mary Julie, mary julie, fue corriendo a lo del juez
y le dijo -Mister Bernie: tiene que arreglarlo usted,
si zafamos le regalo mi avioncito de papel.
Mary julie, mary julie, desde aquella triste vez.
Mary julie, mary julie, vieran lo feliz que es...
Sunday Horse, ella y el sheriff, que pareja hacen los tres...
Se lo dedicamo' al pueblo que lo mira por TV.