Orgulloso y empinado va el pudiente
y lo sigue su obsecuente apoderado
mientras lleva alta la frente el potentado
y se inclina avergonzado el impotente.
Orgulloso va el poder legislativo,
cada tanto cuando puede legislar
y se encuentra soguzgado el judicial
bajo el todo poderoso ejecutivo.
El político acostumbra prometer
cuando aún sus ambiciones no logró
al principio cumplirá con su deber
pero luego como siempre sucedió
el pudiente se apodera del poder
olvidándose de quien se lo otorgó.
No se puede resover este acertijo
solamente con dinero y fuerza bruta:
Nunca tienen el poder las prostitutas,
los que siempre lo consiguen son sus hijos.
Pero visto desde acá, pobre pudiente...
se empecina en más riqueza acumular
y al final todo le es indiferente:
sus parientes, sus amigos, su lugar
y por ser tan poderoso nada siente
y al poder nunca lo puede disfrutar.