Vendo un libro de oratoria triunfalista,
vendo el arte del realismo socialista,
vendo editoriales en la prensa plana
y barbacoas en La Habana.
Vendo un ciclo de películas dobladas,
vendo departamentos de microbrigadas,
vendo servicios de santeros y doctores,
vendo mi escala de valores.
Pero no me dejes ir
porque te vas a arrepentir cual manisero.
Aunque la multimedia pueda más
que un pregonero.
Vendo un funcionario con su incongruencia,
vendo un libro de quejas y sugerencias,
vendo aliento de turistas kamikaces,
vendo caretas antigases.
Vendo inmunoensayo contra los burgueses,
vendo la máquina de hacer panes y peces,
vendo visita dirigida que te inhibe,
vendo pasajes al Caribe.
Vendo, vendo, vendo,
vendo, vendo, vendo.
Nadie me quiere comprar,
nadie me quiere comprar,
nadie me quiere comprar.
Tengo la casa repleta,
tecnología obsoleta.
Se va, se va,
se va el pregonero.
Se va, se va.