Después de mucho... mucho tiempo, recién ahora vuelvo a hablarte... ¡qué sensación al escucharte, parece que fuera ayer! Ya ves... estoy mucho más viejo y vos igual a aquellos días que tanto... tanto me querías, ya nada queda... ¡todo se fue! Son cosas olvidadas, esos viejos amores y al evocar tiempos mejores se van nublando nuestras miradas.
Son cosas olvidadas, que vuelven desteñidas y, en la soledad de nuestras vidas, abren heridas al corazón. Hay en tu voz un dejo triste de penas y melancolía... ¡y, a su conjuro, el alma mía, se esfuerza por no llorar! Es que a los dos nos hizo daño resucitar las horas muertas y el corazón abrió sus puertas a la tristeza de recordar.