No lo comprendo al hombre blanco.
Quizá tan solo soy un salvaje.
Mas no poseo el frescor del aire,
mas no poseo el brillo del agua.
Vuestras ciudades dañan mis ojos,
quizá tan solo soy un salvaje,
que forma parte de donde pisa,
y que ama el aire del cual respira.
Mas no podéis comprar lo que es de nadie,
no podéis comprar a vuestra madre.
Nadie puede vender lo que es de nadie,
nadie puede vender a su propia madre.
Y mis palabras son como estrellas
que no se extinguen, que prevalecen.
Cuando mi pueblo desaparezca,
que piense en ellas el hombre blanco.
Quizás tan solo soy un salvaje.