Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos en un hospital de Barcelona, dice que el
primer gesto humano es el abrazo. Después de salir al mundo, al principio de sus días, los bebés
manotean, como buscando a alguien.
Otros médicos, que se ocupan de los ya vividos, dicen que los viejos, al fin de sus días,
mueren queriendo alzar los brazos.
Y así es la cosa, por muchas vueltas que le demos al asunto, y por muchas palabras que le
pongamos. A eso, así de simple, se reduce todo: entre dos aleteos, sin más explicación,
transcurre el viaje.