Hay un hombre apostado en el tejado con un frío brillo en la mirada.
Su dedo acaricia un gatillo; el mundo entero en el punto de mira.
La ciudad está a tus pies, no está mal para empezar.
Ahora viene lo mejor, vas a hacerla bailar.
Nadie hizo nada por ti, si no fue para matar cada sueño, cada sonrisa.
Ahora se van a enterar de lo que se puede hacer con veinte años de mala hostia.
¡Dispara ya!