El abuelo sembró un laurel a los 70 años. La abuela le recriminó que ese árbol tardaría décadas en dar una buena sombra y que él ya estaba viejo. Cuenta la familia que el abuelo le respondió:
¿Y el laurel que ya estaba aquí cuando llegamos?
¿No está ahí la hamaca donde retozamos tantas veces?
¿No usamos sus ramas para colgar los columpios en los que se mecieron los hijos?
Dime mujer, ¿acaso no usamos su sombra para tantas reuniones con familiares y amigos?
Amor de mi vida, cuando alguien siembra un laurel no lo siembra para él