La voz del gallo es horario del caballo. La voz del perro zozobra del ladrón. La vieja puerta de goznes que rechinan temblando se despierta con la voz del aldabón. La luz del rayo alumbra de soslayo. El ronco trueno dispara su cañón. Y empieza a picar sobre el tejado el ritmo de la lluvia como tango compadrón. Allá, oculta en la noche volando sin ruido va por doquier siempre la buena lechuza que todo lo sabe y todo lo ve. Anda cazando mil pesadillas que como buitres
quieren caer, caer en casas sencillas turbando a la gente que piensa bien. Pero la lechuza las ataca, hace chuza, desbarata y las tira con desdén. Será tal vez que las noches de negras tinieblas me dan terror; como si algo muy raro ande de puntillas a mi alrededor. No soy valiente ni lo remedo. Yo siento miedo de no sé qué. Por éso grito: -- ¡Lechuza, aquí has pesadillas, aprisa ven! Ya que la lechuza las ataca, hace chuza, desbarata y las tira con desdén.