La reina de las abejas
estaba en el pan*l,
y le dijeron regia majestad:
Alguien le quiere hablar.
Cortado entró el Jicote,
humilde de condición,
pero ilusionado de pedir,
pedirle su corazón.
Parece, parece que no sabe,
no sabe con quien habla
igualado bigotón.
¡Soy la reina, la reina por bonita!
y un jicote aguamielero
no cuadra con mi amor.
Silencio quedó el Jicote
con tanta humillación,
a la orgullosa reina del pan*l
así le contestó:
Leí que éramos iguales
asegún la Constitución,
la sociedad sin clases la creí,
pero ya vió que no.
Y el Jicote Aguamielero,
con bigotes de aguacero,
rezumbando regresó a su maguey;
sin rubores en la frente
porque ultimadamente
a la sombra de las pencas es el Rey.
La reina de las abejas
estaba libando miel,
y una de sus obreras le gritó:
Ahí está de nuevo aquel.
Mandando cerrar la puerta
la reina se le negó
porque su afán es que se ha de casar
con un emperador.
Parece, parece que no sabe,
no sabe con quien trata
ese prieto barrigón.
¡Soy la reina, la reina por bonita!
y un jicote aguamielero
no cuadra con mi amor.
Fruncido quedó el Jicote,
arqueandose de dolor,
y en su pesar cantando el infeliz
así se despidió:
Adiós reinecita hermosa, ¡ay!, que me trató tan mal.
Pero asegún las leyes del país
aquí todos son igual.
Y el Jicote Aguamielero,
con bigotes de aguacero,
rezumbando regresó a su maguey;
sin rubores en la frente
porque ultimadamente
a la sombra de las pencas es el Rey.