Van los soldaditos llenos de valor mas al marchar olvidaron que hay que tener tambor; pero como el batallón necesita algún tambor, en la panza le pegan de palos al sargento Barrigón. Van los soldaditos llenos de valor aunque tal vez, por precaución se agacha el general para dejar pasar los corchos que dispara su cañón.
Muy derechos sin mirar atrás jamás van los valientes de plomo siguiendo a su general; el honor pide guerrear atacar con desición a un par de payasos burlones que se rien del batallón. Van los soldaditos llenos de valor y al disparar su gran cañón primero hace: ¡pum! luego truena: ¡pom! tumbando a los muñecos de cartón.